Durante los últimos dos años, la astrología evolutiva y psicológica han sido herramientas muy útiles para mejorar mi relación conmigo misma y comprender el mundo de una forma más amigable. Uno de los conceptos que más ha impactado mi proceso personal es el de amar y aceptar mi sol, es decir, mi signo solar que es Capricornio.
Una de las cosas que habían sido una barrera para beneficiarme de la astrología antes, eran las descripciones prejuiciosas y fijas de Capricornio que solo hablaban de ambición o apego a la norma, y me costaba reconocer esas características en mí. Actualmente, considero que esta es una mirada sesgada y estrecha del arquetipo de Capricornio. Cada signo y cada planeta tiene aspectos luminosos y de sombra, y está en la interpretación del astrólogue presentar estos aspectos naturalmente, sin juicios de valor. La astrología evolutiva entiende la carta natal como un mapa de desarrollo personal para integrar luz y sombra al servicio de la autenticidad y de contribuir desde ocupar mi lugar en el mundo. Esta mirada me permitió empezar a aceptar mi signo solar, en términos psicológicos, una parte fundamental de mi yo.
Amigarme con Capricornio, amigarme conmigo misma, ha sido un camino rico en experiencias en las que he comprendido el significado en la práctica del amor propio. He sufrido mucho por resistirme a amarme a mí misma en los lugares que no me gustan de mi forma de ser, pues me tomó un buen tiempo asimilar que amarme a mí misma no significa que me guste todo de mí, y que no tengo que odiar las cosas que no me gustan de mí ni culparme por ellas. Y esto toca algo que he identificado como muy saturnino*: la moralidad, la dualidad del bien y el mal.
Por mi crianza, mi forma aprendida y automática de concebir la realidad era entre los extremos de lo bueno y lo malo. Mi relación conmigo misma, aún cuando tenía la intención de hacerla más amorosa, fue por un buen tiempo una oscilación entre estos dos conceptos con cada aspecto de mí misma, una sucesión de intentos por convertir lo "malo" en "bueno" o por eliminar o reprimir lo "malo". En otras palabras, mi relación conmigo misma era una constante persecución interna, que se expresaba en sueños recurrentes en los que intentaba escapar y en leer rígidamente a las demás personas como esto o aquello, entorpeciendo mi habilidad para relacionarme.
Un aspecto relevante de Capricornio es su relación con la norma, pues es un signo de Tierra que comprende que hay aspectos tangibles e innegociables de la realidad y que la disciplina puede ser una excelente herramienta para alcanzar metas. Esto se puede expresar en la habilidad de crear estructuras y ejecutar planes meticulosamente, así como en el autoritarismo o la visión sesgada de que existe una forma correcta de ser o hacer. Esta última es la sombra de Capricornio, desde la que me estaba relacionando conmigo misma. Era demasiado dura conmigo, la culpa era mi compañera frecuente, por esto, tampoco lograba integrar la luz de Capricornio, ni aceptar mi sol.
Recientemente, mi proceso de psicoterapia me ayudó a ver que le temía al arquetipo de Capricornio porque solo me estaba mostrando a mí misma el autoritarismo. También rechazaba la estructura y disciplina en ciertas áreas de mi vida porque podía identificar inconscientemente que era otro aspecto de la misma energía. Cuando vi la sombra con amor, pude comprender que ver una única opción como correcta viene de mi deseo de cuidar, proteger y procurar tanto beneficio como sea posible para mí y otras personas (patrón de amor que recibí en mi infancia), mezclado con la capacidad de análisis de ventajas y desventajas. Esta observación compasiva, más allá del bien o el mal, me permitió entender que podía elegir cómo direccionar ese cuidado, ese amor, que podía soltar la rigidez cuando es innecesaria, y abrazar la estructura como una guía amorosa cuando es funcional y como una base para la construcción de confianza. De esta forma, siento que he podido aceptar y amar mi sol más profundamente y en todos sus aspectos.
En la pasada luna nueva de enero, en Acuario, hice una meditación de reconciliación conmigo misma y todos mis rasgos capricornianos, y al terminar la meditación, canalicé un dibujo de mi Ser Superior en el que la forma con la que usualmente le visualizaba se actualizó y ahora, integra elementos del simbolismo de Capricornio. Esta ilustración la sentí como un portal a una nueva forma de relacionarme conmigo misma, una muestra de que lo que estuve cultivando cuidadosamente por dos años está dando frutos. Adicionalmente, bajaron unas palabras de mi Ser Superior que también se sintieron como una gota de miel para las heridas del corazón: "Amas mucho y quieres cuidarlo todo. Sal del modo supervivencia. No existen enemigos".
Dibujar a través de la canalización consiste en colaborar con una energía que deseo canalizar (en este caso, mi Ser Superior) y dejar que lo que sea que cree sea libre, intuitivo, sin buscar formas específicar ni virtuosismo, permitiendo que el dibujo se revele bajo el lápiz. Por esta razón, en el momento mismo, no reconocí toda la simbología de Capricornio que contiene la ilustración, la aprecié más tarde al digitalizarla. Este dibujo es también una forma de autorretrato, técnica que me ha entregado llaves a mi mundo interior y a tesoros de amor propio desde tiempos en los que mi única herramienta terapéutica era mi creación artística.
Toda práctica que realicemos intencional y constantemente nos lleva a descubrir más del Amor Infinito que nos habita y construye.
*de Saturno, regente de Capricornio
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